No importa de qué tradición vengamos, la mayoría de nosotros hemos crecido con ciertas creencias equivocadas acerca de Dios, la Biblia, y nosotros como seres humanos. A veces las aceptamos, y a veces rechazamos a más de lo que realmente debemos.
Hay un antídoto a esto: tenemos que ser un “pueblo del libro,” o gente que se inmersa en las páginas de la Escritura. Conozco a personas que se crecieron en una iglesia que añadió detalles a las historias de la Biblia. No es incomún oír alguien contar una historia bíblica con detalles que no pertenecen a la historia. Es una lástima que esa iglesia sintió que podía añadir a la Biblia porque estos creyentes ya no saben si lo que recuerdan de la Biblia es verdad o falso. La única respuesta es regresar a las páginas de la Biblia para entender los Dios dice, no lo que oyeron cuando eran niños.
Todos nosotros tenemos que hacer esto. Aunque para mí es más probable que yo omitiera un detalle de las historias que añadir algo, hay creencias y doctrinas que aprendí cuando era niño que necesitan ser probados por el texto de la Biblia.
Apenas estaba yo fuera de la secundaria cuando leí el libro Jesusology [Jesusología] y recibí una introducción a Romanos 9 que jamás había tenido. Al estudiar Romanos 9 y otros pasajes como Efesios 1, yo cambié mis creencias acerca de la soberanía y la elección de Dios.
Cuando estoy con otros cristianos y hablamos de la Biblia o de nuestras creencias, siempre los llevo a las Escrituras. Es bueno leer libros y hablar con otros creyentes acerca de estos temas, pero hay que probar todo por la Biblia.
Examínenlo todo; retengan lo bueno.
1 Tesalonicenses 5:21
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