domingo, 27 de enero de 2013

En Cuanto al Bautismo...

Poco a poco estoy leyendo Una Iglesia Conforme al Corazónde Dios por Miguel Núñez. Muchos creyentes hoy en día lo encuentran difícil explicar exactamente qué es una iglesia. Algunos piensan que es un edificio. Otros que es un club social. Pero Miguel Núñez la define así: “La iglesia es un grupo de personas que el Padre escogió; que Cristo redimió a precio de sangre y que el Espíritu Santo regeneró para proclamar su gloria por toda la eternidad”.

Señor Núñez ha sido pastor de la Iglesia Bautista Internacional de Santo Domingo, República Dominicana desde 1998. Su deseo en este libro es mostrar “cómo sanar la iglesia de hoy para que refleje su propósito original… la gloria de Dios”.

Como cualquier libro que yo he leído, hay partes con los que estoy de acuerdo, y otras con las que no. ¡Supongo que si yo hubiera escrito un libro que al leerlo yo pudiera encontrar algo con que no estoy de acuerdo!

Un pasaje en particular que me hizo pensar fue este:
“No podemos obviamente generalizar, pero cuando comparamos los cristianos del primer siglo, que estuvieron dispuestos a ir a la hoguera y ante las fieras por no negar a Cristo, con el ‘cristiano’ de hoy que por vergüenza no quiere ir a las aguas del bautismo, con frecuencia la diferencia entre uno y otro es más que falta de conversión”.
¡Palabras bien duras! Es verdad que muchos de los primeros cristianos pasaron por dificultades, persecuciones, y hasta la muerte por su fe. También había gente que sólo querían llevar el nombre ‘cristiano’ cuando les parecía de provecho personal. Así que su estimación de los primeros cristianos es un poco exagerado. Pero hay que pensar en lo que dice acerca del bautismo. Hay muchos hoy en día que no quieren ser bautizados por temor o creencia equivocada.

Desde tiempos antiguos había gente que creía que el pecar después de ser bautizado fue peor que pecar antes de ser bautizado. Por eso el Emperador Constantino, que se convirtió en cristiano, no fue bautizado hasta que estaba en su lecho de muerte. El problema con esto es que la Biblia nunca dice esto. El bautismo es una práctica simbólica del evangelio en que el cristiano anuncia su deseo de ser reconocido como parte de la iglesia de Dios por identificar con la muerte, el enterramiento (sumersión) y resurrección (subir del agua) de Cristo. Es un acto de obediencia. Así que el que siempre quiere posponer su bautismo hasta que esté viviendo en armonía con los mandamientos de Dios está haciendo lo opuesto de su deseo—está viviendo en desobediencia por no bautizarse.

Es lo mismo para los que rehúsan ser bautizados por temor de la gente. Es posible que su familia lo rechazara por bautizarse. Pero Cristo dijo en Mateo 10:32-33, “A cualquiera que me confiese delante de los hombres, yo también lo confesaré delante de mi Padre que está en los cielos. Y a cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también lo negaré delante de mi Padre que está en los cielos”. Así que el autor de Una Iglesia Conforme al Corazón de Dios es muy perceptivo cuando dice que “con frecuencia la diferencia entre uno y otro es más que falta de conversión”.

Como creyentes el ser bautizado es asunto de obediencia. No debemos de posponer la obediencia cuando Dios nos muestra claramente lo que debemos de hacer.