jueves, 31 de octubre de 2013

¡Atención, por favor!

Admito que no siempre mantengo la perspectiva apropiada de la santidad de Dios. Es muy fácil cantar, “Eres santo”, “Santo, santo, santo” y “Santo es el Señor” en voz alta sin tener una actitud y acciones que hacen juego con mis proclamaciones. Si Dios es santo, ¿cómo nos debe afectar en la iglesia?

Hoy en día no es difícil encontrar a una persona que juega videojuegos en su iPhone o iPad durante el servicio. No es difícil encontrar a unas personas hablando de deportes en el atrio mientras el pastor predica la Palabra de Dios. No es difícil oír una persona criticar a otra por su ropa o compra o cualquier otra cosa cuando los cantantes hacen sus preparaciones.

Cuando Dios le habló a Moisés a través de la zarza ardiente, le mandó a quitarse las sandalias “porque estás pisando tierra santa” (Éx. 3:5). ¿Nos es una gran molestia apagar el celular o terminar la conversación para darle a Dios la atención y gloria que merece?

La santidad de Dios es algo incomprensible para nosotros. Él es perfecto, puro… y completamente distinto de toda su creación. Tal como mi esposa espera que yo no chequee mi cuento de Facebook durante la cena, Dios espera que nosotros le prestemos atención cuando venimos a adorarle. Cuando no podemos decir “no” a nuestras máquinas o nuestros amigos que quieren conversar, estamos diciendo que nosotros somos más importantes que el que nos creó.

Quizás esta semana tú y yo podemos congregarnos con el pueblo de Dios y darle a Dios la gloria que es suya. Sin distraernos por ídolos que fabricamos en nuestras mentes y que llevamos en nuestros bolsos. Él es digno de nuestra atención.

miércoles, 30 de octubre de 2013

5 Solas de la Reforma Protestante

El 31 de octubre, 1517, un monje alemán llamado Martín Lutero inició la Reforma Protestante al pegar una lista de asuntos para discutir, entre ellos las indulgencias y la autoridad del Papa. Pocos años después tradujo Lutero la Biblia a alemán. Durante el siglo XVI sólo los eruditos podían leer las escrituras porque sólo la Vulgata (una traducción a latín) era legal poseer en la mayoría de los países católicos. Versiones “vulgares” (comunes) no se podían escribir ni leer. Pocos eclesiásticos leían la Biblia, prefiriendo usar ritos y liturgias de la Iglesia Católica Romana en vez del texto bíblico en la iglesia.

Gracias a hombres como Martín Lutero (alemán), William Tyndale (inglés) y Casiodoro de Reina (español), la Biblia fue traducida para que la gente común pudiera leerla. Los que querían reformar las prácticas y la doctrina de la Iglesia Católica Romana para que convenga más con las Sagradas Escrituras formularon cinco frases que resumieron sus prioridades en la Reforma: 
Sola scriptura = Sola escritura
Este principio refiere a la fuente de autoridad para estas prácticas y doctrinas. En 1.500 años muchas prácticas y enseñanzas entraron en la Iglesia que no tenían nada que ver con lo que la Biblia enseña. Los reformistas querían regresar a la Biblia como autoridad en vez de las tradiciones humanas. Esto no quiere decir que no se puede aprender algo de los credos, libros, y otras fuentes de la historia del Cristianismo, sino que todo tiene que ser sometido a lo que la Biblia dice.

Sola fide = Sola fe
Al leer la Biblia, los reformistas se dieron cuenta de que la verdad es que Dios nos considera justos por creer en Jesús, no por vivir rectamente. Algunos pueden preguntar, ¿qué malo hay en decir que se necesita la fe más obras? ¡Mucho! La Biblia enseña que es por causa de la fe en Jesús, no las obras buenas que hagamos, que Dios nos salva. Gálatas 2:16 dice, “Sabemos que el hombre no es justificado por las obras de la ley sino por la fe de Jesucristo, y también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la ley, ya que por las obras de la ley nadie será justificado.” Aunque puede parecer bien claro que somos justificados por la fe, la Iglesia Romana afirma todavía que las obras completan la obra de Jesús y nos justifican ante Dios.

Sola gratia = Sola gracia
Relacionado al punto anterior, los reformistas enseñaron que la salvación del hombre se recibe sólo por la gracia de Dios. La gracia es algo inmerecido, así que Dios no nos salva como deber o pago por algo que hemos hecho para agradecerle.

Solo Christo = Solo Cristo
Cristo es el único mediador y salvador del ser humano. Para los reformistas, esto significaba que las oraciones y la veneración dirigidas a los santos y la Virgen María contradicen las escrituras (por ejemplo, la prohibición de adorar imágenes). También significaba que no es necesario ser parte de la Iglesia Católica Romana o someterse al Papa para ser una verdadera iglesia de Cristo.

Soli Deo gloria = A Dios solo sea la gloria
Este principio es el fundamento de los demás. Si realmente queremos que Dios reciba toda la gloria, debemos creer y actuar conforme a su Palabra, proclamar su evangelio que ofrece la salvación por gracia a través de la fe, una salvación que se encuentra en Cristo sólo, no por nuestras obras. 
Muchas personas hoy en día no reconocen la importancia de la diferencia entre las posiciones de los reformistas y las de la Iglesia Católica Romana. Para las personas que murieron por causa de afirmar estas doctrinas, la diferencia no sólo significaba la vida o la muerte, sino también el cielo o el infierno.