jueves, 4 de abril de 2013

Carne Contra Espíritu: Los Productos de Una Vida


En Gálatas 5:16-26 Pablo contraste las actitudes y acciones de los que buscan satisfacer “los deseos de la carne” (v16) con las de los que viven “según el Espíritu.” En este pasaje de la Escritura Pablo da un mandato a creyentes y describe una verdad acerca de creyentes.

El mandato es “Vivan según el Espíritu.” Si nosotros somos cristianos debemos de vivir conforme a la fe que profesamos. Esto significa buscar satisfacer los deseos de Dios y no los de nuestra naturaleza pecaminosa. Todos sabemos que esto es bien difícil y requiere lo negativo de quitarnos las actitudes y acciones malas que hospedamos y lo positivo de ponernos las actitudes y acciones buenas de Jesús (cf. Efesios 4:22-24).

La verdad es que los que son creyentes sí cumplen el mandato. Dice en el versículo 24, “Y los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos” (RVC). El término gramático para “han crucificado” es “pretérito pluscuamperfecto” y describe una acción que fue cumplido en el pasado pero que tiene afectos presentes. Si hemos crucificado la carne (la naturaleza pecaminosa), nosotros sí viviremos “según el Espíritu”. Esto no quiere decir que no podemos pecar, pero sí quiere decir que no viviremos según esa vieja naturaleza.

¿Cómo podemos ver si estamos viviendo según el Espíritu o según la carne? Considera los versículos más populares de este pasaje: “Pero el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza. Contra tales cosas no hay ley” (v22-23). El fruto, el producto de una vida que se vive “según el Espíritu” es amor (para Dios y para los demás), gozo (en Dios, en nuestra salvación, en el pueblo de Dios), paz (entre Dios y nosotros, en nuestro ser, entre nosotros y otras personas), paciencia (en aflicción, para con los demás), benignidad (hacia otras personas), bondad (en nuestras acciones y hacia otras personas), fe (en Dios y sus promesas), mansedumbre (en nuestras relaciones personales, en nuestro ser), templanza (moderación y dominio propio). Ha de notar que la palabra “fruto” es singular. No es que podemos excusar una falta de uno o dos de estas características, sino que debemos de producir todas conforme a nuestra manera de vivir “según el Espíritu”.

martes, 2 de abril de 2013

El Pastor que No Predica la Palabra: Que Confiemos en la Biblia


Hace tiempo escuché un sermón acerca del matrimonio. El pastor tenía muchas buenas cosas para decir, pero hizo algo, o mejor dicho, no hizo algo, y eso me molestó: no predicaba la Biblia. No es que predicaba algo en contra de la Biblia, sino que él predicaba sin dar referencia a la Biblia en ningún instante. No lo podía creer. ¿Cómo puede alguien predicar sin hablar de la Biblia? Ni siquiera contó una historia de la Biblia. Todo lo que dijo (y mucho de lo que dijo fue bueno) venía de él.

Hay un problema con esto porque si este hombre se creía tan calificado para ponerse en el lugar central del culto cristiano en lugar de la palabra de Dios, este hombre era bien egoísta o tonto, pero de cualquier lado él blasfemaba al confiar más en sus propios esfuerzos que en el poder de la palabra de Dios y su Espíritu Santo.

Dice en Hebreos 4:12 que “La palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que las espadas de dos filos, pues penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón” (RVC). Lamentablemente hay muchas personas en la iglesia de hoy, incluso los pastores, que no creen que la palabra de Dios sea “viva y eficaz” para persuadir a la gente y tocarles emocionalmente para hacer un cambio en sus actitudes y acciones.

Como creyentes, nosotros debemos de escuchar a predicadores que buscan explicar lo que la Biblia dice y no a los que buscan mostrar tan inteligentes y experimentados ellos son. Si escuchas a alguien predicar y puedes decir frecuentemente “¿Qué tiene esto que ver con la Biblia?” o “¿Qué tiene esto que ver con el pasaje en que estamos?” debes considerar buscar otra iglesia que sea más fiel a la palabra de Dios.

Si eres pastor, tú tienes la responsabilidad de someterte ante el Dios de quien es la palabra que te atreves a explicar a la iglesia que también pertenece a él (cf. Santiago 3:1; Hechos 20:28). Nosotros, los que somos predicadores, tenemos que serle fiel a Dios para anunciar su palabra y no cualquier cosa que nos entre en la mente. “La palabra de Dios es viva y eficaz”. Lo que es mío no puede ser tan provechoso como lo que es de él.

lunes, 25 de marzo de 2013

Ejercitando Discernimiento en el Cine

Como cristianos lavados por la sangre de Jesús, una de nuestras metas debe de ser “que él crezca, y que yo decrezca” (cf. Juan 3:30). Es decir, queremos que las características de Dios en la vida de Jesús se reflejen más en nosotros que las características del pecado y la rebelión en las cuales estábamos antes de creer en él. Hablando del crecimiento espiritual, el autor de Hebreos dice, “El alimento sólido es para los que ya han alcanzado la madurez, para los que pueden discernir entre el bien y el mal, y han ejercitado su capacidad de tomar decisiones” (Heb. 5:14). Si nosotros queremos ver más de Jesús y menos de nosotros en nuestras vidas, hay que ejercer el discernimiento en nuestras decisiones diarias, incluso en lo que vemos en la televisión y el cine.

Aunque hay una multitud de opciones, el creyente necesita ser más selectivo en cuanto a lo que él verá o no. No debemos de tomar decisiones acerca de lo que dejaremos entrar en nuestros ojos y oídos (o los de nuestra familia) sin considerar cómo el programa o la película relaciona a nuestra vida en Cristo. Él nos llama a una vida de santidad.

Considerando esto, tengo algunos pensamientos acerca de cómo podemos buscar edificarnos con nuestras decisiones en cuanto a las películas en vez de deshacer la santidad que Cristo está construyendo en nosotros:
  1. Busca lo virtuoso. Pablo les escribió a los filipenses: “Por lo demás, hermanos, piensen en todo lo que es verdadero, en todo lo honesto, en todo lo justo, en todo lo puro, en todo lo amable, en todo lo que es digno de alabanza; si hay en ello alguna virtud, si hay algo que admirar, piensen en ello” (Fil. 4:8, RVC). Debemos de mirar películas que nos hacen pensar en estas cosas. Esto no significa que no podemos ver películas que incluyen personajes que pecan, pero sí significa que no debemos de ver películas que glorifican al pecado.
  2. Evita lo malo. Pablo también advirtió a los efesios: “No entristezcan al Espíritu Santo de Dios, con el cual ustedes fueron sellados para el día de la redención. Desechen todo lo que sea amargura, enojo, ira, gritería, calumnias, y todo tipo de maldad” (Ef. 4:30-31). Aunque Pablo tenía en mente las actitudes y acciones de sus lectores, el principio aplica a las cosas con las que nos entretenemos. Aunque usualmente hay algo de provecho y algo dañoso en cada película, el uno no siempre es mayor del otro.
En Romanos 12:1 dice “Y no adopten las costumbres de este mundo, sino transfórmense por medio de la renovación de su mente, para que comprueben cuál es la voluntad de Dios, lo que es bueno, agradable y perfecto”. Para Pablo, la diferencia entre los que se conforman a este mundo y los que reflejan la semejanza de Jesús es lo que pasa en la mente. Como dice el refrán: “Cómo un hombre piense, así es,” y lo que decidimos ver nos afecta mucho la mente. Aunque nadie quiere ser legalista, hay que recordar que lo opuesto de legalismo es licencia. Lo bueno y lo correcto se encuentra en una categoría tercera: la sabiduría que busca lo virtuosos y evita lo malo.


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viernes, 22 de marzo de 2013

¿Qué es la Santa Cena?


En mi iglesia, Enfoque, nosotros celebramos la Santa Cena regularmente. Aquí tengo la información que comunicamos a nuestra congregación:

¿Qué es la Santa Cena?
Yo recibí del Señor lo mismo que les transmití a ustedes: Que el Señor Jesús, la noche en que fue traicionado, tomó pan, y después de dar gracias, lo partió y dijo: «Este pan es mi cuerpo, que por ustedes entrego; hagan esto en memoria de mí.» De la misma manera, después de cenar, tomó la copa y dijo: «Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; hagan esto, cada vez que beban de ella, en memoria de mí.» Porque cada vez que comen este pan y beben de esta copa, proclaman la muerte del Señor hasta que él venga.
—1 Corintios 11:23-26, Nueva Versión Internacional

La Santa Cena es un acto simbólico de obediencia por el cual nosotros conmemoramos la muerte de Jesucristo y anunciamos su segunda venida. El pan representa el cuerpo de Jesús que fue quebrantado y el jugo de uva representa la sangre que él derramó por nosotros.

¿Quién puede participar en la Santa Cena?
Aquí en Enfoque creemos que hay dos requisitos en la Biblia para participar en la Santa Cena. Estos son:

  1. Hay que tener una relación personal con Jesús, rechazar el pecado y aceptarle a Él como tu Señor y Salvador (también llamado “nacido de nuevo”, “salvado”, “convertirse en creyente”).
  2. Hay que ser bautizado por inmersión después de empezar esta relación con Jesús.

Si has cumplido con estos dos requisitos te invitamos a participar en la Santa Cena.  

Por otro lado, si no eres creyente bautizado como se describe anteriormente, te pedimos que respetes nuestras creencias al no participar. Nos gustaría muchísimo hablar contigo de cómo puedes ser salvo y bautizado bíblicamente para que puedas celebrar la Santa Cena junto con nosotros.

¿Cómo me preparo para la Santa Cena?
Por lo tanto, cualquiera que coma el pan o beba de la copa del Señor de manera indigna, será culpable de pecar contra el cuerpo y la sangre del Señor. Así que cada uno debe examinarse a sí mismo antes de comer el pan y beber de la copa.
—1 Corintios 11:27-28, NVI

La Biblia nos enseña que la Santa Cena es un evento muy importante. Al conmemorar la muerte de Jesús, honramos el momento cuando Él recibió el castigo que nuestros pecados merecen, asegurándonos así la salvación. También miramos al futuro, cuando Jesús regresará a este mundo, para inaugurar  su reino sobre todo el universo y celebraremos su gran victoria con Él.

En 1 Corintios 11:27-28, el Apóstol Pablo nos explica cómo podemos prepararnos para la Santa Cena. “Cada uno debe examinarse a sí mismo antes de comer el pan y beber de la copa”. En esta examinación nosotros podemos considerar si de veras creemos y practicamos lo que estamos por celebrar. Estas preguntas nos pueden ayudar:
  1. ¿Has creído en lo que significa la Santa Cena, que Cristo nos amó y se entregó para salvarnos y que un día vendrá para reinar sobre toda la tierra y el universo?
  2. ¿Te has arrepentido del pecado en tu vida, o aún te controla?
  3. ¿Estás en comunión con una iglesia local, o te has alejado emocional o físicamente?
Debes estar convencido de lo que crees acerca de Jesús y la salvación que te ofrece. Si hay pecado en tu vida del cual no te hayas arrepentido, confiésalo a Dios. Considera tu nivel de compromiso y amor hacia los que forman el pueblo de Dios, su Iglesia.

De vez en cuando es mejor no participar en la Santa Cena, que hacerlo “de manera indigna”. Te animamos a hablar con uno de los líderes si hay algo que te impide tomarla.

¿Pueden mis hijos participar?
Nosotros dejamos esto a la discreción de los padres. Antes que nada, tu hijo no debe participar si no ha cumplido con los requisitos mencionados arriba. Si tu hijo es creyente, considera si entiende el significado de la Santa Cena y si puede responder favorablemente a las preguntas de la sección anterior. Si consideras apropiado dejarlo participar, te pedimos que te sientes con ellos porque normalmente no serviremos a un niño sin un padre o adulto responsable que lo acompañe.

lunes, 18 de marzo de 2013

La Biblia en la Pantalla Grande


Hace poco tiempo un canal de televisión estadounidense empezó una serie de historias de la Biblia. En mi corta vida yo he visto muchas películas basadas en la Biblia y esta serie parece como una de las mejores que yo he visto en cuanto a los valores de producción y profesionalismo. Supongo que sólo La Pasión del Cristo puede superarla en estos dos aspectos.

Yo, en lo personal, he beneficiado mucho de programas que intentaron dar una vista de cómo se realizó las historias de la Biblia. Es interesante ver la ropa, los edificios, y las acciones que había en ese entonces. Pero tengo mis reservaciones, especialmente cuando pienso en la suficiencia de las Escrituras.

La suficiencia de las Escrituras es una frase que muchos cristianos usan para resumir una enseñanza bíblica muy importante: La Biblia, que es la única palabra de Dios grabada para nosotros, es suficiente en sí mismo para informarnos acerca de la salvación y para dirigir nuestras creencias y acciones. Esto no quiere decir que no podemos creer o hacer nada que no esté en la Biblia. No vamos a encontrar las reglas de fútbol en la Biblia, pero la Biblia sí nos puede informar de principios (e.g. humildad, auto disciplina) que deben de guiar nuestras acciones en el campo. Lo que la suficiencia de las Escrituras quiere decir es no necesitamos algo más para hacer lo que la Biblia dice que hace en sí mismo. No debemos de buscar en el Corán para información de cómo ser salvos. No debemos de mirar hacia el yoga para producir en nosotros la paz que sólo puede venir a través de una vida reconciliada con Dios.

¿Qué tiene que ver las películas basadas en la Biblia con la suficiencia de las Escrituras? Antes que nada quiero decir que yo he tenidos muchas experiencias positivas con películas basadas en la Biblia. Por ejemplo, algunas películas me han ayudado a entender más del escenario y la cultura de las épocas cuando la Biblia fue escrita. Tal como la Biblia no nos habla de las reglas de fútbol, tampoco nos habla acerca de todos los costumbres de los pueblos que se menciona o cómo se veía el desierto de Sinaí. Las películas nos pueden dar una imagen más clara de cómo todo parecía en el tiempo de las historias. Algunas películas también me han ayudado a clarificar el orden de los eventos y armonizar algunos cuentos, como los cuatro Evangelios, en una historia.

Aun con los beneficios, hay que tener cuidado en cuanto a las películas. Por ejemplo, muchas películas hechas por gente angloamericana han usado angloamericanos para desempeñar los papeles de gente judía, egipcia, babilonia, etcétera, ¡las cuales no eran anglos! También hay pocos que graban sus películas en la tierra prometida, así que muchas veces el desierto que vemos no es el de Egipto, sino el del suroeste de los Estados Unidos. Más de esto, casi todas las películas, incluso La Pasión del Cristo, The Nativity Story [Natividad/Jesús, el Nacimiento] y la nueva serie del canal History, cambian las historias bíblicas de manera que agregan, distorsionan y quitan partes de la Biblia. Esto puede confundir y crear ideas falsas en las mentes de personas que no han estudiado las historias detalladamente. Digo todo esto para decir que las películas que vemos realmente no nos pueden dar una imagen exacta de la Biblia.

En cuanto a la suficiencia de las escrituras, es muy fácil ver cómo una película puede reemplazar a la lectura de la Biblia hasta el punto de que una persona piensa primero en la película que en las Palabra. Hay mucho peligro de esto en cuanto a los nuevos creyentes que no han podido aprender las historias antes de verlas en una pantalla.

Otra cosa, que a mí es muy relevante cerca de la Pascua, es cómo respondemos a estas películas. En mi iglesia hemos usado fragmentos de La Pasión del Cristo en nuestros servicios de la Pascua. Esto en sí no es necesariamente malo. Pero me pregunto por qué queremos usar fragmentos de una película en el servicio. Muchas veces es porque queremos provocar una cierta reacción de los que los vean. Queremos que la gente se emocione por el amor de Jesús por ellos, que se entristezca por lo que Jesús tenía que endurecer por nuestros pecados, que se llene de esperanza por la resurrección. Y lo que no decimos pero que creemos en el corazón es que una película puede provocar esas emociones mejor que la palabra de Dios predicada.

En realidad, si creemos en la suficiencia de las Escrituras, no necesitamos ver La Pasión del Cristo o cualquier otra película para ser movidos por la pasión de Cristo. No es que una película no nos puede ser de beneficio. Pero jamás debemos de creer que haya algo más eficaz para provocar verdadero arrepentimiento y fe que las mismas palabras de Dios.

domingo, 17 de marzo de 2013

¡Hacia Macedonia!

Mapa 1 (haz clic para verlo más grande)

Después del concilio de Jerusalén en Hechos 15, Pablo le dijo a Bernabé, “Volvamos a visitar a los hermanos en las ciudades donde hemos anunciado la palabra del Señor, para ver cómo están” (v36). Él quería averiguar cómo estaban los creyentes en las regiones alrededor de Galacia, especialmente porque había personas intentando forzarles a circuncidarse y básicamente convertirse en judíos. Lamentablemente ellos se separaron por causa de un desacuerdo y Pablo se fue con Silas mientras que Bernabé y Juan Marcos se fueron a la isla de Chipre.

Mapa 2 (haz clic para verlo más grande)
Cuando Pablo y Silas habían cumplido el trabajo que querían hacer, decidieron continuar hacia la región de Asia (que hoy en día es el oeste de Turquía) para establecer iglesias en Éfeso, lo que en ese entonces fue la cuarta o quinta ciudad más grande en todo el Imperio Romano. Pero “el Espíritu Santo no les permitió proclamar la palabra en Asia” (16:6). Así que circularon esa región hacia el norte, pasando por las regiones de Frigia y Galacia (véase el mapa 1).

Una vez que ellos entraron en la región de Misia, ellos “intentaron ir a Bitinia, pero el Espíritu tampoco se lo permitió” (v7; véase el mapa 2). Bitinia era una región en el norte de Turquía con una alta población de judíos y Pablo probablemente quería usar su método de anunciar el evangelio en las sinagogas de esa región.
Mapa 3 (haz clic para verlo más grande)

Por fin llegaron al puerto de Troas en la costa noroeste de Turquía (véase el mapa 3). En la noche Dios le reveló su voluntad por medio de un sueño: había de ir a la región de Macedonia en el continente de Europa. Hay que recordar que en Hechos 1:8 Jesús les dijo a sus discípulos que ellos iban a ser sus testigos “en Jerusalén, en Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra”. En el plan soberano de Dios el mensaje tenía que penetrar en las regiones más lejanas del mundo y el continente de Europa era el siguiente paso para Pablo y sus compañeros. Tal como Pablo, nosotros debemos de estar predicando la palabra de Dios y el Espíritu Santo nos guiará con la mano invisible de la providencia. 


viernes, 15 de marzo de 2013

Un Mapa de Sinaí

Hace tiempo publiqué un mapa de las fronteras de las 12 tribus de Israel. Hoy tengo un mapa que muestra la tierra de Egipto y la región de Sinaí donde los israelitas esperaron para entrar en la tierra prometida. Los eventos de los libros del Éxodo, Levítico, Números, y Deuteronomio ocurrieron aquí. Se los puede usar para un estudio bíblico o en presentaciones para sermones. Haz click para verlos de un tamaño más grande.



















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Por favor incluya este enunciado en cualquier copia distribuida: ©2013 Andrew Wencl. Website:sanoeintachable.blogspot.com