En el libro The Poverty of Nations [La Pobreza de las Naciones], Wayne Grudem y Barry Asmus hablan de las fuerzas macroeconómicas y política nacional e internacional que contribuyen a la pobreza de países enteros. Su enfoque no es el individuo, sino el país y el cambio internacional. El libro trata de muchos temas grande y complejos, pero es muy interesante para los que están interesados en el mundo alrededor.
En su capítulo acerca de soluciones políticas a la pobreza internacional, los autores hablan acerca de un movimiento popular en los países occidentales como los Estados Unidos y la Unión Europea que hace daño a los pobres: “free trade coffee” o “café del libre cambio.”
Según sus aficionados, el café del libre cambio ayuda a los pobres porque negocios y sus clientes pagan más que el precio del mercado mundial para el café si los agricultores pagan más a sus trabajadores y les dan mejores beneficios que los librarán de la pobreza.
El problema, dicen Grudem y Asmus, es que el precio bajo de mercado mundial no es determinado por unas compañías internacionales o unos países poderosos, sino por las leyes de oferta y demanda. Lo más café que hay en el mundo, lo más bajo será el precio, y lo más bajo el precio, lo menos ganan los agricultores y sus trabajadores. Sólo dos cosas pueden elevar el precio de café y, como consecuencia, el pago de los trabajadores: un aumento de demanda o una reducción de oferta. El precio de café aumentado artificialmente por el “café del libre cambio” resulta en más producción (oferta), y menos demanda. Para competir, los que no son parte del “café del libre cambio” (98%) tienen que bajar sus precios, algo que resulta en aun más pobreza para los trabajadores.
Lo que se necesita no es más café con más altos precios, sino menos café y más diversificación de cosechas. Esto sí aumentará precios, pero de una forma natural. También ayudará a las naciones que producen café a mejorar su economía al no depender tanto de un producto.
Aunque este es un ejemplo específico, el libro habla de mucho más, incluso la ayuda externa, préstamos, y el libre comercio entre naciones, y todo lo que dicen fluye de sus convicciones bíblicas. El evangelio sí afecta y penetra cada área de nuestras vidas, hasta el comercio internacional.
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