Cipriano de Valera, primer editor de la Biblia que conocemos como la Reina-Valera, incluyó muchas notas en la Biblia que publicó en 1602.
Huyéndose Jonás de Judea a Tarsis por no ir a predicar a Nínive donde Dios lo enviaba, y enviando Dios una grande tempestad en la mar, los que lo llevaban en su navío conocen por suerte (guiándolo así la Providencia de Dios) ser él la causa de la tempestad, como así él se lo confesó luego, y por su misma sentencia ellos lo echaron a la mar, y la tempestad cesó, lo cual (junto con lo que Jonás les había dicho) fue causa que ellos conociesen y adorasen al verdadero Dios.
Dice en
Proverbios 16:33 que “Las suertes se echan en el regazo; pero el resultado
depende del Señor.” ¿Alguna vez has pensado que Dios controla todo lo que pasa?
Es difícil imaginar, pero es la verdad. Dios es tan grande, tan inteligente,
tan poderoso, que todo lo que pasa es parte de su plan que ha tenido desde la
eternidad.
Eso es lo que
quiere decir la Providencia de Dios. Esto incluye todo lo bueno y todo lo malo,
pero Dios no es culpable del pecado ni goza de ello. Considera el ejemplo de Jonás.
Dios envió una tempestad. Hizo que la suerte recayó en Jonás. Preparó un pez
enorme. Creo que hasta la huida de Jonás, aunque fue pecado del profeta, fue
parte de la Providencia de Dios. ¿Por qué? Porque Dios quería que esos
marineros “conociesen y adorasen al verdadero Dios.”
Si Dios controla
el resultado de las suertes, ¿crees que es por casualidad que una persona muera
en un choque de automóviles mientras que otra sobreviva? No. Aunque nos puede
doler pensar que las cosas malas son parte del plan de Dios, imagina lo
contrario. Imagina si todo lo malo en la vida no tuviera propósito, sino fuera un
accidente cósmico y sin sentido.
Los marineros
perdieron sus enseres por causa de la tormenta. Pero la tormenta que tanto les
dolió fue causa de su encuentro con el Dios verdadero. No se debe menospreciar la
Providencia de Dios.
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