viernes, 31 de agosto de 2012

Enseñanzas Elementales (Heb. 5:12-6:3)


Aunque después de tanto tiempo ya debieran ser maestros, todavía es necesario que se les vuelva a enseñar lo más elemental de las palabras de Dios. Esto es tan así que lo que necesitan es leche, y no alimento sólido. Pero todos los que se alimentan de leche son inexpertos en la palabra de justicia, porque son como niños. El alimento sólido es para los que ya han alcanzado la madurez, para los que pueden discernir entre el bien y el mal, y han ejercitado su capacidad de tomar decisiones.

Por lo tanto, dejemos a un lado las enseñanzas elementales acerca de Cristo, y avancemos hacia la perfección. No volvamos a cuestiones básicas, tales como el arrepentirnos de las acciones que nos llevan a la muerte, o la fe en Dios, o las enseñanzas acerca del bautismo, o la imposición de manos, o la resurrección de los muertos y el juicio eterno. Todo esto lo haremos, si Dios nos lo permite.
(Hebreos 5:12-6:3, RVC)

Este pasaje puede parecer una crítica de algunos creyentes hoy en día. Aunque no sabemos a cuánto tiempo el autor refiere, debemos considerar cuánto hemos crecido en la fe nosotros mismos, y como líderes, cuánto han crecido los miembros de nuestra iglesia, desde que creímos el evangelio.

El autor de Hebreos dice, “Aunque después de tanto tiempo ya debieran ser maestros, todavía es necesario que se les vuelva a enseñar lo más elemental de las palabras de Dios.” Esto debe de ser la meta de cada creyente en la iglesia—no tanto de ser reconocido como maestro en la iglesia, sino de crecer en nuestro entendimiento de la palabra de Dios hasta que se puede decir que podemos enseñarla a otras personas. Se puede decir que debemos buscar una maestría en la palabra de Dios. Pero los recipientes de esta carta (o sermón), no habían llegado ni a la mitad de su viaje:

[Lo] que necesitan es leche, y no alimento sólido. Pero todos los que se alimentan de leche son inexpertos en la palabra de justicia, porque son como niños. El alimento sólido es para los que ya han alcanzado la madurez, para los que pueden discernir entre el bien y el mal, y han ejercitado su capacidad de tomar decisiones.

Un bebé no puede soportar comida sólida. Pero aún yo estoy muy asombrado de cuán rápidamente mi hija empezó a comer fideos, queso y fruta. Los nuevos creyentes son como bebés en la fe. Ellos son “inexpertos en la palabra de justicia” y así no saben mucho de cómo debemos vivir ni de cómo la justicia y la misericordia de Dios funcionan para su bien. Pero los que han aprendido de la palabra de Dios y han sido dominado por ella “pueden discernir entre el bien y el mal” porque  “han ejercitado su capacidad de tomar decisiones.”

Conozco a mucha gente que tiene aprensiones en cuanto a la doctrina. Piensan que la doctrina divide y que es algo de tradicionalistas. Pero la palabra “doctrina” sólo quiere decir “enseñanza,” y el autor de Hebreos piensa diferente que esa gente:

Por lo tanto, dejemos a un lado las enseñanzas elementales acerca de Cristo, y avancemos hacia la perfección. No volvamos a cuestiones básicas, tales como el arrepentirnos de las acciones que nos llevan a la muerte, o la fe en Dios, o las enseñanzas acerca del bautismo, o la imposición de manos, o la resurrección de los muertos y el juicio eterno.

¿Has querido “perfeccionar” tu fe, o es que prefieres la mediocridad, el status quo? ¿Has pensado que la doctrina nos puede llevar a una mejor relación con Cristo? El destino vale el viaje cuando se trata del estudio de la palabra de Dios. Considérate. Considera a los miembros de tu iglesia. Han aprendido y abrazado “las enseñanzas elementales,” las “cuestiones básicas?” Aquí está una lista de cosas que debemos dominar (o mejor dicho, que deben dominarnos):

el arrepentirnos de las acciones que nos llevan a la muerte
la fe en Dios
las enseñanzas acerca del bautismo
la imposición de manos
la resurrección de los muertos y el juicio eterno

Esta lista no es exhaustiva. Hay más enseñanzas elementales como:

el gran narrativo de la Biblia
la vida de Jesús
la oración
la santa cena
etc.

El autor termina esta sección diciendo, “Todo esto lo haremos, si Dios nos lo permite.” Esto debe de ser nuestra meta también. Hay que estudiar la palabra de Dios, de profundizarnos debajo de la superficie. La doctrina sí nos puede dividir cuando hay gente que niegan o distorsionan las verdades claves de nuestra fe. Pero también nos puede unir en la palabra y la gracia de Dios. Y yo, por mi parte, quiero que mi fe se perfeccione más y más y que mi relación con Dios crezca más y más. ¿Qué quieres tú?

miércoles, 29 de agosto de 2012

Jonás y la Providencia de Dios



Cipriano de Valera, primer editor de la Biblia que conocemos como la Reina-Valera, incluyó muchas notas en la Biblia que publicó en 1602.

Huyéndose Jonás de Judea a Tarsis por no ir a predicar a Nínive donde Dios lo enviaba, y enviando Dios una grande tempestad en la mar, los que lo llevaban en su navío conocen por suerte (guiándolo así la Providencia de Dios) ser él la causa de la tempestad, como así él se lo confesó luego, y por su misma sentencia ellos lo echaron a la mar, y la tempestad cesó, lo cual (junto con lo que Jonás les había dicho) fue causa que ellos conociesen y adorasen al verdadero Dios.
(Resumen de Jonás 1, Reina-Valera 1602)
Dice en Proverbios 16:33 que “Las suertes se echan en el regazo; pero el resultado depende del Señor.” ¿Alguna vez has pensado que Dios controla todo lo que pasa? Es difícil imaginar, pero es la verdad. Dios es tan grande, tan inteligente, tan poderoso, que todo lo que pasa es parte de su plan que ha tenido desde la eternidad.

Eso es lo que quiere decir la Providencia de Dios. Esto incluye todo lo bueno y todo lo malo, pero Dios no es culpable del pecado ni goza de ello. Considera el ejemplo de Jonás. Dios envió una tempestad. Hizo que la suerte recayó en Jonás. Preparó un pez enorme. Creo que hasta la huida de Jonás, aunque fue pecado del profeta, fue parte de la Providencia de Dios. ¿Por qué? Porque Dios quería que esos marineros “conociesen y adorasen al verdadero Dios.”

Si Dios controla el resultado de las suertes, ¿crees que es por casualidad que una persona muera en un choque de automóviles mientras que otra sobreviva? No. Aunque nos puede doler pensar que las cosas malas son parte del plan de Dios, imagina lo contrario. Imagina si todo lo malo en la vida no tuviera propósito, sino fuera un accidente cósmico y sin sentido.

Los marineros perdieron sus enseres por causa de la tormenta. Pero la tormenta que tanto les dolió fue causa de su encuentro con el Dios verdadero. No se debe menospreciar la Providencia de Dios.

viernes, 24 de agosto de 2012

Josué y la Ley de Dios


En su resumen del primer capítulo del libro de Josué, Cipriano de Valera, el editor de la Biblia que conocemos como la Reina-Valera, 1602, dice esto:
Anima Dios a Josué a la empresa de la conquista de la tierra de Promisión prometiéndole su asistencia, y al fin la victoria consumada. Sobre todo le encarga a la continua lección y observancia de su Ley.
Para Valera, el leer las Escrituras era de suma importancia para el cristiano. Después de centenares de disputas acerca de creencias y doctrinas, la disciplina de estudiar la Biblia todavía es tan importante para nosotros hoy en día como fue durante la Reforma Protestante. No importa si nuestras enseñanzas tienen autoridad de pontífices o concilios si no tienen la autoridad que sólo viene de la correcta interpretación de la Biblia.

En cuanto al versículo 8, que dice, “Procura que nunca se aparte de tus labios este libro de la ley. Medita en él de día y de noche, para que actúes de acuerdo con todo lo que está escrito en él. Así harás que prospere tu camino, y todo te saldrá bien” (RVC), Valera nota:
Lo que Deut. 17:18 se mandó al rey que leyese &c, se manda aquí a Josué: vergüenza para los príncipes cristianos que no lo lean.
Si realmente queremos conocer a Dios, amarle como debemos, y disfrutar de su salvación, es necesario saber lo que Él nos dijo en su Palabra. No importa si seamos reyes, príncipes, o gente pobre, todos debemos estudiar la Palabra de Dios. El hombre se puede equivocar, pero Dios nunca lo hace. Por eso no debemos confiar en las enseñanzas de otras personas sin averiguar si realmente vienen de la Biblia o no.
Que todos nosotros nos encarguemos “a la continua lección y observancia de su Ley.”

sábado, 4 de agosto de 2012

Enfrentando a los Gnósticos de Hoy



Hoy en día es aún más importante estudiar la historia del cristianismo porque hay muchos que nos quieren engañar (véase 1 Juan 2:26). La Biblia es un libro bien grande y los que distorsionan sus enseñanzas son muchos. Algunos lo hacen por malicia. Otros lo hacen por ignorancia. Pero el efecto, si no hay nadie para oponerse a estas falsas doctrinas, será lo mismo: decepción y negación del único verdadero evangelio (Gál. 1:6-8).

Durante el fin del primer centenario, cuando los apóstoles iban muriendo, había unos grupos de personas que llamamos gnósticos (de “gnosis” que es “sabiduría”). Estos grupos tenían muchas falsas enseñanzas, y aunque no tenían un credo en común, se puede identificar algunas de sus enseñanzas que afirmaban muchos de ellos, por ejemplo:
  • La salvación viene a través de “sabiduría secreta”
  • Alta estimación del espíritu y subestimación de la carne (lo físico)
  • La incorruptibilidad del espíritu
  • Una “chispa divina” habita en cada persona

Los gnósticos creían que el problema que enfrenta al ser humano no es el pecado personal, sino la ignorancia de la “sabiduría secreta” de Dios. Muchas veces esta sabiduría refería a esa “chispa divina,” y enseñaban más o menos que somos divinos, de la misma esencia como Dios. Así que como Dios es incorruptible, el pecado realmente no afecta esa parte divina de nosotros. Los gnósticos justificaban su licencia con estas doctrinas.

Hay gente hoy en día que profesan y enseñan doctrinas que tienen su raíz en el gnosticismo. Lo sé porque tuve una charla bien interesante recientemente acerca de estos temas. La persona me dijo que Dios nos dio un espíritu incorruptible y que, como Dios es espíritu, nuestro espíritu es parte de Dios. Aunque no dijo que somos divinos, su sentido fue muy claro. Aunque no dijo nada acerca de “sabiduría secreta” o una “chispa divina,” el concepto fue lo mismo.

Este hombre necesita que Dios obre en su vida porque antes de poder entender el evangelio de Cristo hay que quitarse estas falsas enseñanzas de su mente. En lo más básico, este hombre no ha reconocido la gran diferencia entre Dios y el ser humano. Dios es totalmente otro y diferente de su creación. Nosotros somos corruptos, en necesidad de avivamiento espiritual, perdón de los pecados, y la justicia de Cristo acreditado a nuestro favor.

Puede ser difícil defender la fe en contra de tales enseñanzas. Pero como los que vinieron antes de nosotros ya han peleado con la falsa doctrina, podemos aprender de ellos. Ireneo, que murió alrededor de las 202 d.C., escribió esto en su libro Contra las Herejías 5.12.2:

Uno es el soplo de la vida que hace al hombre un ser animado, y otro distinto es el Espíritu vivificante que lo perfecciona como espiritual. Por eso dice Isaías: «Así habla el Señor, que hizo el cielo y lo fijó, que dio firmeza a la tierra y a cuanto hay en ella; y dio su aliento a todo cuanto en ella vive, y el espíritu a quienes caminan en ella» (Is 42,5). Afirma que se le dio en general el aliento a todo el pueblo que habita sobre la tierra; mas su Espíritu a quienes pisotean las concupiscencias terrenas [es decir, creyentes]. Por eso Isaías, distinguiendo en otra ocasión lo que antes había dicho, escribe: «El Espíritu saldrá de mí, pues yo he creado todo aliento» (Is 57,16). Propiamente coloca en el orden de Dios al Espíritu que en los últimos tiempos derramó sobre el género humano (Hech 2,17) para la filiación adoptiva; en cambio expresa que concedió su aliento comúnmente a todas las cosas hechas y creadas. Pues una cosa es el Creador, otra la creatura. El aliento es algo temporal; en cambio el Espíritu es sempiterno. Y el aliento puede aumentar un poco, y permanece por algún tiempo, luego se retira y deja sin respiración a aquel en el que antes estuvo. Por el contrario, el Espíritu circunda al hombre por fuera y lo llena por dentro, siempre en él persevera y nunca lo abandona. «Mas no aparece primero lo espiritual», dice el Apóstol (y lo afirma como refiriéndose a nosotros los hombres), «sino primero lo animal, luego lo espiritual» (1 Cor 15,46), como es razón. Pues era necesario que primero fuese plasmado el hombre, y una vez plasmado recibiese el alma; y luego recibiese la comunión del Espíritu. Por ello el Señor hizo «al primer Adán alma viviente, al segundo Espíritu vivificante» (1 Cor 15,45). Así, pues, como el que ha recibido la vida por el alma, al volverse hacia lo más bajo pierde la vida; así también el que se vuelve hacia lo más alto, al recibir al Espíritu vivificante encuentra la vida.

Les recomiendo este artículo de GotQuestions.org, “¿Qué es el gnosticismo cristiano?” para más información.