¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? ¿Y cómo predicarán si no fueren enviados? Como está escrito: ¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas!(Romanos 10:14-15, RVR 1960)
Escuché un sermón de un hermano Colombiano recientemente acerca de estos versículos. Una de sus ilustraciones me interesó mucho y me captó la atención. Dijo que raramente pensamos en los pies como objetos de hermosura. Piensa en todos los problemas médicos que podemos experimentar en nuestros pies. Sólo los buscamos cuando tenemos problemas o cuando estamos encima de una báscula de baño.
En los tiempos de Pablo, quien escribió esta carta, las calles no estaban tapadas con asfalto. Los esclavos más bajos tenían que lavar los pies de visitantes porque estaban cubiertos de polvo, lodo, y estiércol después de caminar sobre las vías de esa época. ¡Así que tampoco en ese entonces se consideraban los pies como algo hermoso!
Ahora podemos ver el énfasis que Pablo hizo en este pasaje. Hasta los pies son hermosos "de los que anuncian buenas nuevas." ¿Por qué? Porque el mensaje, las buenas nuevas, es tan hermosa que se comunica este atributo a los mensajeros que lo llevan a los que no lo han oído.
¿Cuán hermosos son tus pies?
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