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viernes, 8 de noviembre de 2013

Juego de Tronos: En Tiempo de los Jueces

Al principio de 1 Samuel se encuentra el pueblo de Israel desorganizado y dividido. Aunque deberían de estar unidas en su pacto con Yahvé, las doce tribus estaban metidas en la idolatría y divididas políticamente. Los filisteos y otras naciones los oprimían. Dios había levantado a jueces para unificar al país y liberarlo de sus enemigos, pero Israel quedaba sin juez.

Poco antes la tribu de Benjamín casi fue erradicada por las otras tribus porque rehusaron entregar a unos violadores y asesinos para enfrentar a la justicia. En esos días no había rey en Israel; cada uno hacía lo que le parecía bien ante sus ojos.

Entonces vemos a una mujer que se llama Ana. La infertilidad, una consecuencia del juicio de Dios sobre su pueblo y una marca de vergüenza, había tocado a ella. Su marido, Elcaná, tomó a Penina como segunda esposa para que ella le dé hijos. Penina estaba celosa por el cariño que Elcaná mostró a Ana, se burlaba de Ana y de su esterilidad. Frente al dolor y la vergüenza  que siempre la acompañaba, Ana casi no lo podía soportar.

El tabernáculo del Señor, el lugar escogido para adorar a Dios, se encontraba en Siló. La familia de Elcaná iba allí una vez al año para rendirle culto conforme a la Ley de Moisés. Una vez allí, la vergüenza de su condición y las burlas de Penina dejan a Ana abrumada. Lágrimas amargas mojan sus mejillas cuando ora a Dios, pidiéndole que se acuerde de ella y le conceda un hijo varón para quitar su vergüenza. Ella promete darle a Dios este niño para su servicio como nazareno. Quizás está pensando en la historia del último juez de Israel, Sansón (Jueces 13). Este nació a una mujer estéril como promesa de Dios y vivió toda su vida como nazareno, aunque aún él capituló a las prácticas inmorales de esa época.

El sumo sacerdote, Elí, vio a Ana mientras ella estaba orando y pensó que estaba borracha por su conducta, pero al saber de su situación, la bendijo y dijo, «Que el Dios de Israel te conceda lo que le has pedido.»

Ella se sintió mejor después de este episodio y regresó con su familia a Ramá. Poco tiempo después se encontró embarazada. Dio a luz a un hijo varón, tal como ella había pedido al Señor, así que lo llamó Samuel, que significa “Pedido del Señor.” Dios la había quitado la vergüenza de su condición.

martes, 4 de diciembre de 2012

Ofrenda para las Misiones

¿Cómo se puede participar en la misión que Jesús dio a sus discípulos antes de subir al cielo cuando dijo, “vayan y hagan discípulos en todas las naciones”?

Hay varias maneras, pero en esta temporada cuando gastamos tanto dinero en nosotros y los nuestros, quizás se puede dar financieramente a la Ofrenda de Navidad Lottie Moon. El domingo pasado empezó la Semana de Oración cuando se enfoca en esta ofrenda y los misioneros que reciben su sueldo de ella.

Considera la historia para hoy, miércoles. Gracias a las personas que dan de su dinero a la Ofrenda de Navidad, muchos ministros en Nepal han recibido entrenamiento para “plantar” iglesias que anuncian las buenas nuevas a los que viven en tinieblas a su alrededor.
Nepal—Antes de conocer a Cristo, Bishwa Karmacharya estaba destinado a ser un sacerdote haciendo sacrificios en nombre de otros. En cambio, este plantador de iglesias nepalés creció para contarles acerca del sacrificio de Jesús. Karmacharya es bramán, la casta sacerdotal y más elevada del hinduismo, la religión que sigue la mayoría de los nepaleses. Típicamente es impensable que los bramanes se asocien con los hindúes de castas más bajas. 
Pero en Cristo no hay castas, dice Karmacharya. El asistió a un entrenamiento para plantadores de iglesias dirigido por Carl Russell*, un obrero de la IMB. Russell dijo que él vio que Dios desarrollaba en Karmacharya un don para compartir las buenas nuevas y plantar iglesias. Ahora, este nepalés y su esposa Ramila plantan iglesias entre todas las castas y etnias en Nepal. 
La obediencia radical de este hombre ha penetrado a una generación creciente de pastores nepaleses que han elegido el camino menos transitado, enfrentando amenazas y bombas para ver a Cristo glorificado. 
“No oramos por una iglesia más”, dice Karmacharya. “Oramos por una iglesia más que sea sana”. Esto significa tener líderes locales autóctonos. Por esta razón la familia Karmacharya atraviesa montañas para entrenar a estos líderes. 
Muchos nepaleses llamarían radical a Karmacharya porque ha elegido ser obediente a Cristo sobre la casta, la cultura, la familia y el hinduismo. Él se considera solo como obediente. Pida que en los Himalayas se planten iglesias sanas y que Dios llame a líderes consagrados. 
Ore para que se alcance la meta de la Ofrenda de Navidad Lottie Moon y más obreros puedan discipular y entrenar a los líderes locales. 
*seudónimo