jueves, 11 de abril de 2013

La Búsqueda de la Felicidad


Todos nosotros queremos tener significancia en nuestras vidas. El principio fundamental de los derechos individuales en los Estados Unidos es que cada persona tiene derecho a “la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad” como dice la Declaración de Independencia de mi país. ¿Qué es la búsqueda de la felicidad si no es el querer tener una vida de significancia?

Es importante recordar que el derecho es meramente el de buscar. Nadie tiene el derecho de encontrar la felicidad, y hay pocos en nuestra sociedad que encuentran verdadera significancia. Unos la buscan a través de la fama, entrenándose para ser deportistas profesionales, postulándose para un cargo político o estudiando para ser experto en una esfera de las ciencias. La mayoría de nosotros no tenemos ambiciones tan grandes, pero nuestra búsqueda de la felicidad es tan intenso y continúo como la de la gente más famosa.

El problema de la “búsqueda de la felicidad” es que casi siempre empezamos con un enfoque en nosotros mismos. Después de todo es mi vida la que necesita tener significancia. Es mi felicidad la que busco. Y si busco la felicidad para los demás, es porque estoy buscando mi propia felicidad en hacerlo. Si alguien nos dice que estamos equivocados cuando fijamos la mirada en nosotros, sabemos citar las palabras de Jesús para justificarnos: “Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Juan 10:10, RVC). Sería mejor si nos enfocáramos en otro dicho de Jesús:
Y ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado (Juan 17:3).
En realidad, la búsqueda de la felicidad realmente es la búsqueda de conocerle a Dios. Como Agustino dijo, “Tú nos mueves a deleitarnos en adorarte porque tú nos has formado para ti y nuestros corazones se inquietan hasta que encuentren reposo en ti”.

Si nuestra búsqueda de la felicidad, de la significancia, se enfoca en nosotros, ultimadamente no las encontraremos. Nosotros, al contrario, debemos de buscar conocerle a Dios en espíritu (personalmente) y en verdad (conforme a la revelación que nos es dada en la Biblia). Que todos podamos decir junto con el salmista:
A mi corazón le pides buscar tu rostro,y yo, Señor, tu rostro busco (Salmo 27:8)

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