jueves, 19 de julio de 2012

David Brainerd: perdió su vida para salvarla


Acabo de leer un librito gratis de John Piper llamado David Brainerd: May I Never Loiter on my Heavenly Journey (David Brainerd: Que Yo Nunca Holgazanee en mi Viaje al Cielo). Se trata de un hombre joven que era misionero a los indígenas del noreste de lo que es los Estados Unidos hoy en día. Aunque murió a los 29 años, su impacto ha sido tremendo a través de su diario que fue publicado después de su muerte.

Sufría de tuberculosis, una enfermedad de los pulmones que en ese entonces fue terminal. Muchas veces en sus depravaciones se quejaba de su tos con sangre y el dolor extremo que sentía en su cuerpo. Luchaba con la depresión y la soledad. Después de pasar unos pocos años predicando el evangelio a los indígenas, pasó sus últimos días en la casa de Jonathan Edwards. Cuando murió, Edwards organizó el diario de Brainerd y lo publicó. Fue el libro más vendido de todo lo que Edwards publicó, y ha sido una fuente de inspiración y ánimo para cristianos, especialmente misioneros, por centenarios. Muchos se dedicaron a la proclamación del evangelio por el testimonio de Brainerd.

Ninguno de nosotros sabemos cuando nuestra vida se extinguirá. Pero Dios lo sabe y lo ha planeado desde que antes de que existiéramos. El propósito de la vida de Brainerd era predicar el evangelio, sufrir mucho, y servir como inspiración para miles de cristianos que lo seguirían en la obra evangelística que queda.
Luego llamó a la gente y a sus discípulos, y les dijo: «Si alguno quiere seguirme, niéguese a sí mismo, tome su cruz, y sígame. Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá, y todo el que pierda su vida por causa de mí y del evangelio, la salvará.
Marcos 8:34-35, RVC

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