martes, 19 de julio de 2011

¿Por qué un himno?


Muchas iglesias hoy en día prefieren cantar himnos durante los cultos. En la mía, el opuesto es la verdad. Cantamos canciones contemporáneas, algunas traducidas del inglés, y otras originalmente en español.

De vez en cuando también cantamos himnos, aunque la mayoría de las veces la música que acompaña es más moderna. Pero si a nosotros nos gusta la música moderna, ¿por qué cantamos himnos a veces?

Los himnos son riquísimos tesoros de la fe. Aunque para mí la música (como se toca) solo vale para la nostalgia, las palabras tienen el valor verdadero. Nos enseñan. Nos ayudan a expresarle gracias a Dios por lo que ha hecho en nuestras vidas. Para cantar un himno hay que ejercer las facultades de la mente para comprender el significado.

Nuestro enfoque durante los cultos no debe estar puesto tanto en los estilos de música o la viejez de las palabras, sino en la verdad en las palabras. Si eso requiere que pienses más en la letra, hazlo. Un poco de ejercicio mental te puede conectar con Dios a un nivel más alto.

Cuando cantamos a Dios, no quiero que la gente sólo canten porque la música les gusta, sino porque realmente están expresando a Dios las convicciones de sus corazones. Por eso, aunque una canción puede tener un ritmo o estilo muy agradable, más me interesa lo que dice acerca de Dios, acerca de nosotros, y acerca de cómo nos relacionamos con él.

Consideren las palabras de esta canción aunque no la conozcas:

Señor mi Dios, al contemplar los cielos,
el firmamento y las estrellas mil,
al oír tu voz en los potentes truenos,
y ver brillar el sol en su cenit

CORO
Mi corazón entona la canción:
“Cuán grande es Él, cuán grande es Él”
Mi corazón entona la canción:
“Cuán grande es Él, cuán grande es Él”

Al recorrer los montes y los valles
y ver las bellas flores al pasar,
al escuchar el canto de las aves,
y el murmurar del claro manantial

Cuando recuerdo del Amor Divino
que desde el cielo el Salvador envió,
aquel Jesús que por salvarme vino
y en una cruz sufrió por mí, y murió

Cuando el Señor me llame a su presencia,
al dulce hogar, al cielo de esplendor,
le adoraré cantando la grandeza
de su poder y su infinito amor

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